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ATENEO: DIVERTIDEMIA

Los equipos de los museos de San Isidro nos reunimos por Zoom, el viernes 21 de agosto, para evaluar Divertimedia, un espacio pensado con actividades y propuestas en las redes, destinado a los chicos y sus familias para las vacaciones de invierno durante la pandemia. Cada Museo, a su turno, contó cómo habían sido generadas sus propuestas, a qué público querían llegar y la evaluación del resultado.

Como punto de partida de la propuesta de Vacaciones, en la Quinta Los Ombúes pensamos en generar contenido específico para las redes sociales, como modo de llegar al público y reforzar el vínculo entre ellos y el museo y su colección. Además, durante todo el proceso la pregunta que nos guió fue ¿por qué son relevantes estos objetos hoy?

En ese sentido, buscamos rescatar la imagen, el sonido y el movimiento como recursos accesibles e inclusivos que permitiesen la participación de todos los chicos y chicas (el único requisito era tener acceso a celular o dispositivo con Instagram).

Construimos dos pequeñas historias a través de un lenguaje sencillo que acercara el museo a las casas, en un relato breve, sensible y empático con el que las personas puedan relacionarse, teniendo en cuenta el contexto de cuarentena. La propuesta tuvo que ver con la concepción de historia que venimos trabajando en el museo (para las nuevas salas a inaugurarse sobre la historia de San Isidro) y que queremos impulsar, en relación a la idea de construcción y participación colectiva, a través del juego y la experimentación.

Cada uno de los relatos partió de un objeto representativo de la colección (la escultura de Lola Mora y máquina del reloj floral) y amplificó la mirada sobre el mismo, a través de una historia contada con imágenes, textos y sonidos. 

Para la primera de las historias quisimos ensayar un nuevo modo de empatía del público con el museo. Un modo que debía vencer esta barrera infranqueable de la no presencialidad. Normalmente situamos el flujo de contacto del público con los objetos en forma unidireccional: del espectador al objeto. Quisimos invertir esa lógica. 

Tomamos como punto de partida ese postulado fenomenológico del filósofo George DidiHubermann en su obra “Lo que vemos, lo que nos mira”, en cuanto a la mirada de los objetos, el modo en que los objetos nos devuelven la mirada. Entonces nos permitimos un juego sin contornos reales, algo así como “una noche en el museo”, “una cuarentena en el Museo”, pero centrado en uno de sus objetos, quizá uno de los más auráticos y carismáticos: la pequeña escultura de Lola Mora. Y entonces nos situamos en el lugar de ella, la personificamos (porque los chicos tienen preferencia por este recurso de personificar a las cosas y a los animales), y dejamos que exprese sus puntos de vista mientras va recorriendo el Museo.

En el caso del reloj, nos apalancamos en la idea del tiempo. Justamente, el tiempo fue un tema del que se habló mucho en la cuarentena. Al haber suprimido temporariamente el despliegue de nuestras posibilidades espaciales (porque hubo que quedarse en casa), ese protagonismo del espacio lo tomó el tiempo, pero no el tiempo como una abstracción, sino del tiempo como una realidad que nos acontece: ¿Qué hago durante la cuarentena todo el día? ¿Cómo organizo mi tiempo? ¿Con qué velocidad percibimos el paso del tiempo cotidiano, lento o rápido?

Y también aquí elegimos un objeto carismático, pero de impronta mecánica (a diferencia de la plasticidad de la pequeña escultura de Lola Mora). Entonces, ya que de momento no podemos viajar en el espacio, construimos un “viaje en el tiempo”. Y la herramienta de ese viaje fue la máquina del reloj. Con lo cual, además, elegimos un bien tremendamente identitario para San Isidro que nos posibilitó el despliegue de varios ejes de memoria.

Además, incorporamos un BonusTrack al final de cada relato (vale para convertir a alguien en estatua, vale para viajar en el tiempo), para ampliar la participación y fomentar la apropiación del contenido. 

¿A qué público pensábamos llegar?

Al público familiar, de diferentes edades: el público heterogéneo que habitualmente visita el museo y disfruta de sus actividades. También a aquellos que todavía no nos conocían. Nos enfocamos, principalmente, en niñas y niños de todas las edades.

Los dos objetos elegidos apelan particularmente a los chicos por algunas de sus características. Por ejemplo, el brillo de la estatuilla de Lola Mora, que les hace pensar que “es de oro” y el vínculo de la Máquina del Reloj Floral con el tiempo, que llevó a que la bautizaran “La Máquina del Tiempo”. Esta información la obtuvimos a partir de comentarios que recibimos, principalmente, en las visitas escolares.

Tuvimos la intención de que nuestras propuestas empatizaran con su realidad y que a la vez fueran claras, que ellos entendieran, en mayor o menor medida, ese mensaje de cercanía que queríamos trasmitir: “El museo está cerrado pero volverá a abrir”; “Podemos hacer cosas interesantes o divertidas para no aburrirnos”; “El tiempo pasa rápido si estamos entretenidos”; “Podemos viajar a donde queremos con nuestra imaginación”; “Nos vamos a reencontrar”; “Aprovechamos para observar y conocer mejor nuestro barrio mientras damos la vuelta a la manzana”; etc.

Sabíamos, también, que los adultos son los que tienen los dispositivos (celulares, computadoras), y eran los que iban a compartir las propuestas. Por lo tanto, los adultos también serían participantes activos, junto a chicas y chicos, y el producto ofrecido tenía que ser atractivo para ellos también.

La devolución a través de las redes (y también de mensajes y audios privados), nos demostró que los visitantes virtuales disfrutaron e interactuaron con las historias en un contexto familiar: abuela con sus nietos, hermanos de 12 y 9 años con su hermana pequeña de uno que bailaba con la música… se divirtieron en casa, que era el gran desafío. 

Para finalizar, después de escuchar las voces de los chicos contando en primera persona sus experiencias, nos sorprendió gratamente (y como algo diferente), el alto impacto que las propuestas tuvieron en los adultos. Se emocionaron, se sintieron conectados con su identidad y sus orígenes y valoraron el encuentro virtual con el Museo: pasear por el patio, las salas, el jardín y hasta descubrir estos dos objetos de la colección que no habían apreciado en sus visitas presenciales.

La actividad estuvo coordinada por Pía Landro, directora de Artes Visuales, y contó con la participación de Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria de Cultura de la MSI.

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Activando Memoria. Fotografías de San Isidro para un relato identitario. Concurso “Desempolvando Archivos 2021”.

Fundación Bunge y Born y Fundación Williams®.

Idea, coordinación general y textos.
MARCELA FUGARDO

Conservación y organización de la guarda de las fotografías históricas. 
FELICITAS LUNA

Organización, clasificación y descripción archivística.
MERCEDES RODRIGUEZ

Escaneo (Colecciones Alfaro y Postales de San Isidro) y organización de soportes.
MARÍA LAURA CÓRDOBA

Fotos digitales álbum Granada-Roca.
JULIANA ULLÚA

Escaneo placas fotográficas (Colección Saracco).
Gentileza ALEJANDRO GULMINELLI

Soporte y diseño web.
MINÖco.

Realización audiovisual.
THELEMA

Apoyo técnico equipo del Museo.
SERGIO ETULAIN, SEBASTIÁN FREIGEIRO.

GOBIERNO MUNICIPAL

INTENDENTE MUNICIPAL
Dr. Gustavo Posse

SUBSECRETARIA GENERAL DE CULTURA
Lic. Eleonora Jaureguiberry

DIRECTOR GENERAL DE CULTURA
Mariano Morello

DIRECTORA DE CULTURA
Lic. Verónica Leo

DIRECTORA DE ARTES VISUALES
Prof. Pía Landro

STAFF DEL MUSEO 

DIRECTOR 
Christian Schwarz

ADMINISTRACIÓN
Sergio Etulain

ÁREA EDUCATIVA
María Estela Ghelfi y Nuria Gutiérrez P. A.

BIBLIOTECA Y ARCHIVO
Sebastián Freigeiro

ASISTENTE DE SALA
María Laura Córdoba

AUXILIARES TÉCNICOS / ORDENANZA
César Segalotti y Nicolás Battistessa

MANTENIMIENTO
Alejandra Ríos

 

© 2024 | Todos los derechos reservados. Municipalidad de San Isidro. Subsecretería General de Cultura.

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